“¡Brindo por usted, don Juan Manuel de Rosas”, propone Juan Bautista Alberdi, la copa en alto y la mirada clavada en el más federal de los caudillos. ¡Corte! ordena Fabián Soberón, tras revisar con cuidado el plano. Transformado en una caja negra, el escenario del teatro Alberdi -no podía ser otra la locación tratándose de semejante protagonista- ya se prepara para la siguiente escena. El tiempo es oro en todo rodaje y mucho más en esta película, focalizada en una de las figuras más interesantes y complejas de la historia tucumana.
Desde el título, “Alberdi en el espejo” coloca al personaje en un lugar particular. ¿Qué reflejo descubre Alberdi allí? “Se ve a sí mismo y se ve como otro -describe Soberón-. La película trabaja con esa pregunta: ¿qué fue Alberdi?, ¿qué deseó ser?, ¿qué concretó y qué podría haber sido si no era el que fue?” Es un planteo profundo, orientado a escapar de los relatos lineales, y de movida ubica a Alberdi en otra frecuencia. También es una elección narrativa y estética arriesgada para un largo de ficción, de la que Soberón -guionista y director- da cuenta.
Vidas paralelas
El guión atravesó distintas etapas, hasta llegar a esta versión definitiva en la que dos historias entran en diálogo. La primera, ambientada en el siglo XXI, sigue el trayecto vital de un titiritero que, a medida que experimenta cambios en su cuerpo, en su manera de pensar y en su forma de actuar, se transforma en otro.
La segunda historia se adentra en la vida de Alberdi en el siglo XIX, aunque rodada en un espacio que no pretende reconstruir la realidad tal cual, sino sugerir una dimensión paralela, onírica o imaginaria. Allí aparecen escenas tomadas de los escritos del propio Alberdi, de estudios biográficos y de una rigurosa investigación histórica. “En una escena está Alberdi con Rosas, en otras discute con Mitre o con Sarmiento, en otras lo vemos viajar de América a Europa o contemplar por primera vez el retrato de Rousseau, su pensador admirado. También aparece con Mariquita Sánchez de Thompson y con los amigos del Salón Literario de 1837”, detalla Soberón.
Detrás de escena: “Construí un Alberdi que no es el de las fotos ni el del bronce”Ambas tramas se narran en paralelo mediante un montaje que alterna escenas. La clave está en los puentes que permiten el diálogo entre ellas. El titiritero, por ejemplo, atraviesa transformaciones que lo acercan al siglo XIX hasta convertirse en un personaje vinculado con Alberdi. En sus sueños aparece el relato de “El matadero”, de Esteban Echeverría: se imagina siendo Alberdi y sufre la misma violencia que el unitario del cuento, violado por un federal. A la inversa, el propio Alberdi sueña con el siglo XXI y se conecta con el presente. “Hay viajes temporales de un lado y del otro, en un sentido y en otro”, dice Soberón.
En detalle
La obra se articula en tres dimensiones del tiempo -pasado, presente y futuro- y plantea una relación entre deseo e identidad. En la historia del titiritero, el deseo se manifiesta en el cuerpo; en la de Alberdi, en las ideas. “Alberdi fue un hombre de ideas y descuidó su cuerpo, en oposición al titiritero”, señala Soberón.
De Alberdi a Manzur: tucumanos que marcaron la historia del país en la Casa RosadaEse contrapunto permite indagar también en el vínculo entre deseo y capitalismo. Para Alberdi, el liberalismo económico era sinónimo de progreso y futuro. “Yo me pregunté qué pensaría Alberdi si estuviera en su futuro, es decir, en nuestro presente. Tal vez no tendría las mismas ideas”, reflexiona el director. Esa tensión entre el Alberdi histórico y el Alberdi posible constituye una de las claves de la película: la figura de un hombre que, incluso en el espejo, desea ser otro.
Por todo esto, el rodaje se organiza en dos registros bien diferenciados. La historia del titiritero se construye desde un realismo inicial que, a medida que avanza la trama y el protagonista se transforma, se vuelve cada vez más expresionista. Los claroscuros, el diseño de iluminación y la puesta en escena refuerzan esa deriva hacia lo extraño.
La segunda historia, la de Alberdi, se desarrolla íntegramente en una caja negra teatral, un espacio que refuerza el carácter onírico y simbólico. “Lo que quiero proponer al espectador son preguntas. Esto que ocurre, ¿ocurrió efectivamente? El vestuario de época dice que sí, pero la caja negra lo niega. Entonces, ¿dónde ocurre? ¿En la mente del titiritero? ¿Es un sueño de Alberdi? ¿O es todo un sueño del titiritero?”, se interroga Soberón.
Alberdi y las palabras imposiblesLa ambigüedad es deliberada: cada espectador deberá decidir si las escenas históricas pertenecen a la memoria, al deseo o a una imaginación compartida entre los protagonistas.
En plena tarea
“Alberdi en el espejo” se filma íntegramente en Tucumán, con la participación de técnicos y artistas locales. Las locaciones incluyen espacios de la UNT y el vestuario proviene en parte del Teatro San Martín. La financiación corre por cuenta de empresarios locales.
“La película se hace con el respaldo directo de empresarios tucumanos que apuestan por la cultura y financian el salario de los técnicos. Al principio el proyecto estuvo parado por falta de dinero. Apareció el apoyo y se reactivó”, destaca Soberón.
El rol central recae en Mario Ramírez, que interpreta tanto al titiritero del siglo XXI como a Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX. Ese desdoblamiento aporta una capa más de espejos y reflejos. Una secuencia destacada involucra a 12 pianistas tocando al unísono una misma pieza, con música original de Pablo Santi. La escena, grabada con la colaboración de la UNT, probablemente abra y cierre la película, decisión que se tomará a la hora de editar.
Alberdi íntimoEl rodaje comenzó en julio y demandará unas 20 jornadas hasta octubre. La posproducción se extenderá entre diciembre y febrero, con la intención de realizar un preestreno en marzo de 2026.
El proyecto se inserta en una trilogía que Soberón planea dedicar a personajes del siglo XIX. El primer film fue “Soy Bernabé Aráoz. Un caudillo de Tucumán”; el segundo es este retrato ficcional de Alberdi; y el tercero estará dedicado a Julio Argentino Roca. “Me interesan los personajes plurales, complejos y contradictorios. Alberdi no fue sólo el autor liberal de “Las bases...”; también fue monárquico en cierto momento, estuvo cerca de Urquiza, de Rosas, y atravesó etapas diversas. No se lo puede reducir a una sola etiqueta”, sostiene el director.
Según Soberón, “Alberdi en el espejo” es el desafío más grande de su carrera como realizador y escritor. “Se trata de un proyecto ambicioso, con un gran equipo de trabajo, muchas personas e instituciones implicadas. Es un trabajo arduo, pero que me da mucha felicidad”, confiesa.
El verdadero sentido
El contexto económico y político no es el más favorable, admite, pero el proyecto avanza gracias al compromiso de todos los involucrados. “Pareciera que este es el peor momento para hacer una película como esta y sin embargo lo estamos haciendo -enfatiza-. Con colaboración, con buena voluntad y con empresarios que apoyan. Cuando presenté el proyecto y expliqué que era sobre Alberdi, todos dijeron sí”.
Soberón rescata el valor de dar visibilidad a Alberdi, una figura muchas veces postergada en la memoria colectiva tucumana. La película no pretende ofrecer una biografía convencional ni un retrato museístico, sino plantear interrogantes: qué fue Alberdi, qué deseó ser, qué podría haber sido si hubiese tomado otros caminos. “La película trabaja con esas preguntas -advierte-. Lo interesante es que no hay una sola respuesta posible”.
El equipo: un nutrido grupo detrás de “Alberdi en el espejo”
- Dirección y guión: Fabián Soberón.
- Producción: Soberón y Facundo Nanni.
- Producción asociada: Catalina Lonac, Fausto Laskowski y Augusto Campos.
- Actuaciones: Mario Ramírez, Camila Caram, Nicolás Argonz, Andrés D’andrea, Sergio Paz, Sandra Virgolini, Ruth Plaate, Indio Armanini, Julieta Azcárate, Marcelo Bianco, Alejandra Vega, Miguel Sánchez, Fidel Ramírez, Eduardo Leiva.
- Música original: Pablo Santi.
- Equipo técnico: Ignacio Ortiz, Zoé Liendo, Nuria Lares, Tomás Díaz, Marcos Hofer, Horacio Hommsi, Luciana Orquera, Mario Carrizo, Gabriela Villagra, Valentina Srur, Máxima Derrache Langer, Camila Luna, Camila Soledad Reynoso, Pedro Zelarayán.
- Agradecimientos: Ismunt, Teatro Alberdi, Teatro San Martín, Universidad de San Pablo-T, Universidad Nacional de Tucumán, Instituto Rush, familia Nanni, Silvana Médici, Sandro Misuriello, Hugo Japaze y Nicanor Rodríguez del Busto.